Yo trabajo muchas horas. No sólo las 8 de mi jornada, sino que también salgo siempre tarde y además trabajo en casa. Por eso me sentó tan mal lo de ayer. Por eso me molestó tanto que mi jefe se enfadara tanto porque tarde 20 minutos en ir a comprar la comida y volver a la oficina.
Empecemos por el principio.
En mi empresa no hacemos jornada partida, porque mi jefe es "guay" y no cree en la "esclavitud laboral" (ja, ja y ja, pero eso lo dejamos para otro día). Total, que mi horario de trabajo es de 9 de la mañana a 5 de la tarde ininterrumpidamente. E ininterrumpidamente significa que no paramos para comer, sino que comemos delante del ordenador mientras seguimos trabajando. Que por ley nos corresponda un descanso de media hora es algo que no va con nosotros. Y no me quejo, mi situación es muchísimo mejor que la de muchísima gente.
Pero resulta que, aunque suelo llevarme la comida de casa, hay días que no puedo o, simplemente, no me sale de... por lo que compro algo para comer en algún lugar cercano al trabajo, cosa que hasta ahora nunca había sido un problema.
Pero como ya he dicho, ayer TheBoss se puso hecho una fiera, y me costó horrores contenerme. Porque resulta que me puso como ejemplo a otro compañero.
Un compañero que siempre llega de 20 a 40 minutos tarde por las mañanas, mientas que yo estoy puntualmente a las 9 todos los días. Pero claro, como TheBoss no está a esa hora y soy yo quien desconecta la alarma, pues no lo sabe.
Un compañero que sale a fumar 5-10 minutos cada hora, mientas que yo, como no fumo, me quedo trabajando frete al ordenador. Pero claro, como drogarse merece descansos en el trabajo...
Un compañero que publica y comparte cosas en Facebook y demás redes sociales en horario de trabajo.
Pero, por supuesto, las horas de trabajo que pierde él a la semana no son comparables con mis 20 minutos cada 15 días.
Hasta los cojones.
Historias de Casiopea
miércoles, 4 de mayo de 2016
martes, 12 de abril de 2016
De la falta de organización
En mi empresa, como en casi todas, tenemos una persona que se encarga de llevar la contabilidad. Este ser, al que llamaremos Flash, debería ser un sujeto ordenador, con gran capacidad de organización, ¿no? A los hechos me remito. Esto es una historia 100% real, cuya última parte acaba de suceder.
Resulta que de un tiempo a esta parte mi jefe ha decidido que, puesto que nuestro sector no se encuentra precisamente en auge, conviene diversificar y tener abiertas varias líneas de negocio. Decisión sensata donde las haya.
Parte de esa diversificación pasa por tener un par de comercios online de diversas temáticas, que una servidora se encarga de coordinar.
Pero seamos realistas, estos negocios están apenas comenzando, y el volumen de pedidos es nimio. En el primer trimestre de 2016 hemos tenido tres pedidos.
Bien, pues cuando entra un pedido, yo sigo mi proceso normal, que viene siendo servirlo y darle una copia de la factura al contable (por mail y en papel) para que a final de trimestre le salgan las cuentas. Todo lógico, todo normal, y el sentido común indica que ahí debería terminar mi implicación con el proceso, ¿verdad?
JA.
Quince días después Flash me reclama que no le he dado las facturas de los pedidos y que después la contabilidad no va a cuadrar, madremiademisamores y luegoeljefeseenteraynoscaeladelpulpo.
Ok, como un despiste lo tiene cualquiera, Casiopea al rescate y se le vuelven a dar las facturas físicamente y por email.
Pero quince días después vuelve a repetirse el mismo proceso. Y veinte días después. Y un mes después. Y cada una de las veces mi cabreo aumenta exponencialmente.
Y finalmente llegamos a hoy. Hace una hora Flash ha enviado un whatsapp al grupo de la oficina reclamándome que no tiene dichas facturas y necesita cerrar la contabilidad para mañana, que las necesita con urgencia. Facturas que le he dado cuatro veces física y digitalmente.
Y encima se queja porque me mosqueo y le respondo que es la quinta vez que se las doy. Apaga y vámonos.
Resulta que de un tiempo a esta parte mi jefe ha decidido que, puesto que nuestro sector no se encuentra precisamente en auge, conviene diversificar y tener abiertas varias líneas de negocio. Decisión sensata donde las haya.
Parte de esa diversificación pasa por tener un par de comercios online de diversas temáticas, que una servidora se encarga de coordinar.
Pero seamos realistas, estos negocios están apenas comenzando, y el volumen de pedidos es nimio. En el primer trimestre de 2016 hemos tenido tres pedidos.
Bien, pues cuando entra un pedido, yo sigo mi proceso normal, que viene siendo servirlo y darle una copia de la factura al contable (por mail y en papel) para que a final de trimestre le salgan las cuentas. Todo lógico, todo normal, y el sentido común indica que ahí debería terminar mi implicación con el proceso, ¿verdad?
JA.
Quince días después Flash me reclama que no le he dado las facturas de los pedidos y que después la contabilidad no va a cuadrar, madremiademisamores y luegoeljefeseenteraynoscaeladelpulpo.
Ok, como un despiste lo tiene cualquiera, Casiopea al rescate y se le vuelven a dar las facturas físicamente y por email.
Pero quince días después vuelve a repetirse el mismo proceso. Y veinte días después. Y un mes después. Y cada una de las veces mi cabreo aumenta exponencialmente.
Y finalmente llegamos a hoy. Hace una hora Flash ha enviado un whatsapp al grupo de la oficina reclamándome que no tiene dichas facturas y necesita cerrar la contabilidad para mañana, que las necesita con urgencia. Facturas que le he dado cuatro veces física y digitalmente.
Y encima se queja porque me mosqueo y le respondo que es la quinta vez que se las doy. Apaga y vámonos.
lunes, 11 de abril de 2016
De por qué este blog y su nombre
Aunque tengo una Licenciatura en Periodismo, hace ya tiempo que no escribo. Mejor dicho, hace tiempo que no escribo para mi.
Trabajo como Directora de Comunicación para una empresa, aunque es más grande el nombre que el puesto. Por este motivo, todos los textos que escribo desde hace casi dos años son con fines laborales.
Ya no escribo cuentos, ya no escribo historias, ni siquiera tengo un diario. Y no sólo eso, sino que (y esto me apena) también he dejado de leer.
A cambio, mi vida es cada vez más complicada. Las responsabilidades que tengo aumentan y junto con ellas las peticiones absurdas. Así que, tras darle muchas vueltas y no saber cómo ordenar mi cabeza y liberar un poco el estrés, he decidido crear este blog.
No pretendo que mis aventuras y desventuras laborales interesen a nadie, y muchísimo menos que nadie las lea. Simplemente quiero dejar constancia por escrito de mis historias, de mis pensamientos y puede que, quizá, hasta de algún texto de fantasía. El tiempo lo dirá.
Respecto al nombre, Casiopea es la tortuga que acompañaba a la pequeña Momo en su lucha contra los hombres grises, precisamente lo que intento no ser. Hace años que Casiopea me acompaña en forma de dibujo allá a donde voy, y me ha parecido muy adecuado que, de algún modo, formase también parte de esta aventura.
Trabajo como Directora de Comunicación para una empresa, aunque es más grande el nombre que el puesto. Por este motivo, todos los textos que escribo desde hace casi dos años son con fines laborales.
Ya no escribo cuentos, ya no escribo historias, ni siquiera tengo un diario. Y no sólo eso, sino que (y esto me apena) también he dejado de leer.
A cambio, mi vida es cada vez más complicada. Las responsabilidades que tengo aumentan y junto con ellas las peticiones absurdas. Así que, tras darle muchas vueltas y no saber cómo ordenar mi cabeza y liberar un poco el estrés, he decidido crear este blog.
No pretendo que mis aventuras y desventuras laborales interesen a nadie, y muchísimo menos que nadie las lea. Simplemente quiero dejar constancia por escrito de mis historias, de mis pensamientos y puede que, quizá, hasta de algún texto de fantasía. El tiempo lo dirá.
Respecto al nombre, Casiopea es la tortuga que acompañaba a la pequeña Momo en su lucha contra los hombres grises, precisamente lo que intento no ser. Hace años que Casiopea me acompaña en forma de dibujo allá a donde voy, y me ha parecido muy adecuado que, de algún modo, formase también parte de esta aventura.
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